Historia de la Filatelia Parte 4
Philippe Von Ferrary el más grande coleccionista de estampillas de la historia
Nacido en París en 1850, hijo de Rafael de Ferrari, un acaudalado hombre de negocios italiano, que ostentaba el titulo nobiliario de Duque de Galliera, Louis-Philippe, que era su nombre, se marcho de casa de su padre a vivir sus propias aventuras distanciándose de su familia. Dos años más tarde después de haber pasado algunas penurias como estudiante, se reconcilio con su madre, quien le brindó de inmediato ayuda económica. Todos los recursos económicos que pudo disponer los gasto en comprar sellos. Cuando su padre Rafael de Ferrari murió, legó una inmensa fortuna a la madre de Louis-Philippe, la duquesa de Galliera.Entre sus bienes se encontraban una lujosa residencia en París. Ocho años después de la muerte del Duque, falleció la Duquesa, quien donó en su testamento la residencia de París al emperador austriaco Francisco José de Habsburgo, para que instalara en ella la embajada de esa nación en Francia. En el testamento se estableció que una sección de varias estancias de la residencia quedaba reservada a la disposición de su hijo Louis Philippe. Éste dedicó esas estancias para alojar en ellas su ya vasta colección de sellos.
Louis-Philippe heredó, además, una considerable suma de dinero y bienes rices, pero no aceptó el título nobiliario de sus padres. Algún tiempo después decidió cambiar de nombre. Fue adoptado a ese efecto, por un miembro de la nobleza austriaca, el señor Renotiere von Kriegsfeld y fue conocido a partir de entonces como Philippe la Renoitiere von Ferrary. Ese nombre habría de pasaría a la posteridad como la persona que poseyó la colección de sellos más grande y más rica del mundo, en su época.
Encomendó a un famoso comerciante de sellos francés el cuidado de su colección que constantemente enriquecía, adquiriendo colecciones y piezas valiosas a través de sus corresponsales en otros países. En las subastas de sellos, no había quien le disputara la adquisición de un ejemplar raro, porque nadie podía disputar sus ofertas. Por lo menos en su época no había aún muchas personas acaudaladas dispuestas a invertir fuertes sumas de dinero en estampillas de correos, cuyo valor lo fijaba, muy ambiguamente la demanda de un mercado que comenzaba a desarrollarse.
Un sello de gran valor
No es de extrañar, pues, que causará asombra su compra a Mr. Thomas Ridpath, de Liverpool, del sello de un céntimo color solferino, de 1856, de la Guyana Británica, por la suma astronomica entonces de 150 libras esterlinas que equivale actualmente a aproximadamente 193 dolares. Ese ejemplar único, después de cambiar de dueño dos veces, se cotizó en 2014 en $9.5 millones de dolares. Fue así, la inversión filatelica más acertada que hizo Ferrary, y la pieza más famosa de su colección.
Destino de la Colección de Ferrary
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Ferrary sufrió una honda crisis emocional. Lo unía un fuerte lazo afectivo con Francia, pero amaba Austria y Alemania. Así decidió refugiarse en Suiza, trasladándose a Lausana, en donde murió en 1917.
El testamento de Philippe la Renoitierre von Ferrary fue revelado una vez terminada la guerra. En el legaba su colección de sellos que había dejado en el palacio de la embajada austriaca en París, al Museo Postal de Berlin, quizás pensando que aquella prestigiosa institución tomaría buen cuidado de ella.
Sin embargo, los acontecimientos cambiaron el destino de la famosa colección. Cuando en 1919 se firmó el Tratado de Versalles, poniendo fin oficialmente a la guerra, se dio a conocer el testamento de Ferrary, pero nunca se pudo ejecutar, porque el Gobierno Francés incautó todas las propiedades muebles e inmuebles de Alemania y Austria dentro del territorio de Francia. Estas incautaciones, en las que quedó incluida la colección de sellos de Ferrary, constituirían parte del pago de las reparaciones de guerra que exigieron los aliados a Austria y Alemania.
El gobierno francés puso a la venta la colección de Ferrary en subastas publicas, que tuvieron lugar en el hotel Drouot de París, desde 1921 hasta fines de 1924. Las subastas produjeron un total de ventas de más de 26 millones de francos.
El destino de la colección de sellos tan celosamente cuidada y mantenida por su propietario original, permitió que piezas muy valiosas por su rareza, incluyendo algunas únicas, fueran a enriquecer numerosas colecciones privadas, diversificando así el dinamismo y el interés por una afición que fascina a individuos de todo el mundo.
El nombre de Ferrary, debido precisamente a la dispersión de los sellos que coleccionó con tanta dedicación, quedará perpetuado en la historia de la filatelia como el más grande coleccionista. Probablemente no hay un solo filatelista de categoría en el mundo que no posea al menos una pieza de la colección de Ferrary.
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